Unas horas antes en un piso del centro de la ciudad.
Está pensando en ella. Como siempre, no puede sacarla de su
cabeza. ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué está tan sumamente enamorado de Violeta?
Rubén está sentado en el sofá de su espaciosa habitación,
con el móvil en la mano.
¿Le manda un mensaje? Tiene muchas ganas de verla. Sí, se lo
mandará. Escribe el mensaje y lo envía. <<Que sea lo que Dios
quiera>> piensa mientras suspira.
Se levanta del sofá y va a la cocina. Su madre esta allí.
-Hijo recoge tu habitación anda, que la tienes hecha un
cristo.
Rubén suspira. No tiene ganas de nada. Solo quiere verla y
estar con ella, no puede pensar en otra cosa.
-Vale mamá –miente mientras vuelve a su habitación.
<<Tampoco esta tan desordenada….>> piensa mientras
la observa. Montones gigantes de ropa se agrupan en el suelo y no se ve la mesa, solo se ven libros y
millones de trastos que ocupan la mayor parte de la habitación.
Rubén empieza a guardar la ropa, a meter los bolígrafos en
los lapiceros y a guardar los libros en la mochila o ponerlos en la estantería.
Justo cuando va a coger su portátil suena su móvil. Rubén
corre esperanzado a recuperarlo de encima del sofá. ¡Es ella! ¡Y acepta la
proposición de quedar con él! Mañana a las seis. ¡No puede esperar tanto
tiempo!
<<Rubén, tranquilízate>> piensa. Coge su portátil
y pone música relajante. “Claro de Luna” de Debbusy. Cierra los ojos mientras
escucha la melodía. Respira hondo. Cuando la canción termina abre los ojos: Sí,
mañana le dirá que la quiere.
Mientras tanto a muchos kilómetros de allí.
Pufff...… Ahora a estudiar. No tiene ganas. Solo quiere
hablar con ella, con su novia.
Lo está pasando muy mal estos meses. Mantener una relación a
distancia no es nada fácil y menos si quieres a alguien como él quiere a
Violeta.
Tiene tantas ganas de verla que le falta el aliento cuando
piensa en ese momento.
No entiende cómo no se lo dijo cuando ella estaba aquí, a su
lado, en su pueblo.
Violeta y José no se han visto todavía en persona desde que
están juntos. Tuvieron a cobardía de no declararse en persona y hacerlo por
Tuenti. Pero entonces ya era demasiado tarde: Violeta ya estaba a kilómetros de
allí.
Piensa una y otra vez en los días que perdieron, en los que
podían haber estado juntos como más que unos buenos amigos.
José se tumba en la cama con la mirada fija en el techo.
Tiene que ser fuerte, se lo debe a él mismo y a ella. Ella se merece todo y más
de lo que él pueda darle. Tiene que aguantar y lo hará. La quiere y eso es lo
que importa. La distancia es solo un contratiempo.
De repente oye el timbre. Se levanta precipitadamente y
recorre la casa hasta llegar a la puerta. La abre. José no se lo puede creer.
¿Qué hace ella aquí?
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