La tarde anterior en un pueblecito de Andalucía.
¿Qué hace ella aquí? José no se lo puede creer. Incluso
parpadea un par de veces para comprobar que no es un sueño.
-Hola. ¿No me invitas a pasar? –dice Sofía sonriendo.
-Si, claro pasa.
Van al salón y se sientan el el sofá de delante del
televisor.
Entre José y Sofía han pasado muchas cosas. Fueron pareja y
las cosas no acabaron nada bien. Fue una ruptura muy rara y difícil. Él cortó
con ella porque no soportaba los continuos ataques de celos. Desde entonces
ella se obsesionó con el. Le mandaba cientos de privados por Tuenti, le llamaba
varias veces al día… Pero nunca había tenido la poca vergüenza de presentarse
en su casa.
-Bueno –dice él
notablemente incomodo- ¿Qué quieres?
-José, yo te quiero.
Puff… otra vez lo mismo. Lo suyo se acabo y encima ahora él
está con Violeta. ¿Cuántas veces tiene que repetírselo?
-Sofía… ya te dije que…
-Shhis –le tapa los labios con un dedo, seguidamente se inclina sin que él pueda hacer nada y lo besa.
¿Qué cojones está haciendo? Se aparta rápidamente y la mira
a los ojos.
-¡¿Qué haces?! –dice conteniéndose.
-¿No lo ves? Nunca fuiste muy listo pero de ahí a esto… -se ríe
escandalosamente. José está a punto de soltar varias palabras malsonantes, pero
respira hondo y se tranquiliza.
-Vete de mi casa, por favor.
La chica abre mucho los ojos. No se lo puede creer. ¡La está
echando!
-¿Cómo? –pregunta fuera de sí.
-Lo que has oído. Estoy con Violeta y lo sabes. ¡No tienes ningún
derecho para aparecer por aquí y mucho menos para de besarme sin mi
consentimiento!
La chica no responde, se levanta y se dirige a la salida. Un
gran portazo suena unos segundos después.
José resopla. Que fuerte. Como se obsesiona la gente.
Decide irse a correr un rato, así se olvidara de todo. Le
encanta correr. Cuando lo hace solo piensa en eso, deja la mente en blanco y se
abstrae del resto del mundo.
No es un chico obsesionado con el físico. Él come lo que
quiere y no se pondría a dieta ni por asomo. Aun así está bastante musculado.
Se le marcan mucho los bíceps y los abdominales otro tanto.
Se pone un chándal, coge lo imprescindible y sale de la
casa.
El medio día siguiente en una casa del centro de la cuidad.
¿Cuántas horas quedan? Tres. Uf. Todavía faltan tres
interminables horas para verla, para estar con ella.
Rubén esta sentado en
el sofá mirando la tele, pero sin ver nada en realidad. Esta desesperado. No
para de cambiar de canal. Ya ha tenido que pasar más de cien, incluso más.
Decide pensar en que
le va a decir cuando la tenga delante. Piensa en como la saludará, en donde
irán… Poco a poco su mente se va disipando y acaba fantaseando con la idea de
besarla y decirle que la quiere. Parpadea un par de veces. ¿Qué locura esta
pensando? Bueno, igual… No, no puede hacer eso. ¿O si? Bah, ya vera. Él siempre
improvisa cuando la tiene delante y hoy hará lo mismo. ¿Por qué hoy debería ser
distinto? ¡Por que se va a declarar! De repente se pone muy nervioso. Sabe que
ella ya lo sospecha pero no es lo mismo que decírselo así, cara a cara. Uf. ¿Lo
hace?
Cada vez queda menos tiempo para que llegue la hora. Dos
horas y tres cuartos. ¿Por qué el tiempo pasa tan despacio?
Desesperado y harto de no ver nada bueno en la tele, se
levanta del sofá. Va a su cuarto coge la ropa que se va a poner y se dirige a
la ducha. Cuando termina está mucho mas tranquilo. Dos horas y cuarto.
Paciencia.
No puede dejar de pensar en ella y es que la quiere. La
quiere más que a nada y que a nadie. Está perdidamente enamorado de ella.
Ha visto estados y comentarios. Tiene novio. Un
inconveniente más. Suspira. ¿Por qué lo eligió a el? Ojala ahora estuvieran
juntos y ella no estuviera con ese tío. El es mejor que el. Más guapo. Pero en
realidad ¿qué importa el físico? El quiere a Violeta por encima de eso. Vale,
ella es preciosa, pero si no lo fuera la querría igual. ¿O no?
En esos momentos en la casa de Nerea.
Suena su móvil. ¿Será él? Se apresura a llegar hasta la
encimera, lo coge y… ¡bingo! ¡Es enrique! Respira hondo y responde.
-Hola, Enrique.
-Hola Nerea. Me has llamado antes ¿verdad? No lo he podido
coger, perdona, estaba en la ducha –se explica.
¿Está nervioso? No, no se puede poner nervioso por hablar
con ella. En cambio a ella se le va a salir el corazón del pecho.
-Bueno y… ¿qué me querías decir? –pregunta al ver que la
chica no responde.
Uy.¡Que tonta! ¡Tiene que hablar! ¿En que mundo está? Normal
que no se centre, entre lo de su abuelo, su padre, ahora Enrique…
-Ah, bueno necesitaba hablar con alguien y… no sé pensé en
ti.
¿Por qué ha dicho eso? Madre mía… ¡se va a dar cuenta de lo
que siente!
Pero sin embargo recibe una respuesta totalmente inesperada.
-Bueno, esto… ¿quedamos y así hablamos?
Nerea se queda totalmente en blanco. Tiene ganas de gritarle
que sí, que nada le apetece mas que pasar esos malos momentos junto a él. En
sus brazos. Se contiene y responde.
-Genial. Emm… ¿Me recoges a las seis?
-Estupendo. Allí estaré. Un beso.
-Adiós Enrique.
“Un beso” Le ha mandado un beso. Suspira nerviosa. No puede
estar así siempre. ¿No?
En algún momento él descubrirá que está totalmente enamorada…
Uf. No quiere pensar en eso. Que vergüenza. Bueno, si el momento tiene que
llegar llegará. Hasta entonces lo amará en silencio. Ya es experta en eso.
Lleva amándole desde hace muchos años. Toda la vida. Y es que ese chico es su
primo segundo.
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